Un
caos en el reflejo para un rostro sin nombre
Y
ahora que la desolación se volvió la fragancia de mi irrealidad, ¿qué camino
debo tomar?...
Cuando
las páginas de mi vida se vuelvan edén de alguna vacuidad…
Cuando
las preguntas que acumulo son polvo de mis tristezas y decepciones…
Parece
que las canas solo crecen en la tierra de la negación, cubriendo la pradera de
los sueños olvidados y esas raíces de árboles de terquedad que se aferran a la
necesidad de ser una serendipia, de alguna fabula memorable de milagrosa suerte
aventurera…
Parece
que la mística de mi vida se fue, en una nota de blues que alardea de su dolor
cuando la línea del recuerdo le toca la misma petición, que calumnia la razón de
existir sin querer pasar por las columnas del dolor y la muerte de un
aprendizaje eterno con textura de sabiduría…
Una vida
inmarcesible del caos y su luz de inconciencia, digna de la lattice de su comprensión
anidada en capas de sugestión que adormecen, las ganas de despertar y vivir…
Le
niego la voz a la fuerza de vivir
Le oculto
a la verdad, el sendero que debo pasar
Le pinto
a la dualidad un rostro sin reflejo, sin extremos de su límite para unificar
una idea egoica en su matiz deformada y proscrita…
Teniendo
todo y nada las formas se repiten y aunque comprendo que debería de soltarlas,
las ato a una mayor para que el uróboros se vuelva un ciclón que mueva mi incomprensión
a la línea de la vida como razón…
Desatando
tormenta y desierto en mi memoria, como las formas en que veo las olas de la
vida, unidas para formar mi propia corriente de ríos de egeo…
Olvido
y ensueño para la nota de un blues que resuene en la calma de quien no quiere
despertar…
¿Qué voy
hacer?, si la calma se volvió una prisión
que repite una y otra vez el ciclo de un fracaso que se adorna a sí misma como
intentos de negar la voz creadora, que acompaña el canto de la línea del tiempo…
Fingiendo
crear coplas disonantes que olvidan el principio de la renovación.
Una Guadaña
sin filo, que no acomete en cortar lo que tiene que cortar…
Una puñalada
en la espalda de ningún inocente…
Una traición
en la verdad de ninguna verdad…
Una máscara
en ningún rostro que disfrace un rostro…
Una calumnia
para ninguna verdad…
Una carta
que no acompañe ningún motivo para algún destinatario…
Una forma
más para ser un anciano sin recuerdo y olvido.
Parece
que la ensoñación se volvió un reflejo que olvido el rostro de una imagen que
no me recuerda de donde partió, el dolor que convoco la dureza de su efímera forma
de verse a sí misma, real y verdadera, opuesta a la coraza del necio que
acumula en los bolsillos prestamos de besos y alegrías que codicia, cuando la
llama implosionó en su intento por brillar…
Una forma
más para caminar sin huellas que llenen el pasado, ocultando el fuego de la
muerte para ser eterno a cambio de una renovación controlada y equilibrada.
Fuegos
que calumnian la calma de la desolación…
Fuegos
que no renuevan la madera podrida de la negación…
Fuegos
que no mezclan el azogue de las emociones…
Fuegos
que no limpian, el exceso de ser uno y más sin la fuerza del ánima por
abandonar su inmarcesible forma de existir…
Y
ahora que la desolación se volvió la fragancia de mi irrealidad, ¿qué camino
debo tomar?...
Cuando
las páginas de mi vida se vuelvan edén de alguna vacuidad…
Cuando
las preguntas que acumulo son polvo de mis tristezas y decepciones…
Parece
que mi vida solo se acumula en las hojas que se pierden el instante de caer
antes que el viento las mueva, para abandonar su vieja piel de serpiente y
renovar su aullido en mi voz
Lamento
de un alma en su clímax por su inanición…
Parece
que las canas solo crecen en la tierra de la negación, cubriendo la pradera de
los sueños olvidados y esas raíces de árboles de terquedad que se aferran a la
necesidad de ser una serendipia, de alguna fabula memorable de milagrosa suerte
aventurera…
Un
caos en el reflejo para un rostro sin nombre…
x
W.M.
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