El lobo que no sabía aullar (para
Diego)
No vio cuando la luz de la luna ilumino su noche, ni
tampoco cuando el alba cayo de pronto, solo un silencio atrapado en un eco sin
voz…
No vio cuando la mano que lo sostenía, lo acaricio… ni
escucho su voz cuando le dijo con sutileza bienvenido a este mundo…
No vio el instante de la vida brillar, cuando la
fuerza de un corazón retumbo hasta hacerlo llorar, cuando la vibra del calor lo
abrazo para que se impusiera en él la esencia de su anima ungida en coros de canción…
No vio la alegría de las miradas, cuando voltearon a
verlo con las ganas de hacerlo vibrar para que sus luminarias se volvieran
fuego en la perpetuidad de sus instantes inocentes y inciertos…
Mudo en un mundo con silencios opacos y detenidos
momentos que solo él podría confundir con soledad de imágenes cortadas sin
continuidad…
Alzo con extrañeza la mirada preguntándose, porque
todos solo parecían estar quietos en fragmentos que no fluían, sino que
avanzaban como pausados en un mundo donde la vida es solo una serie de imágenes
que cortadas se muestran como fotografías en un torpe movimiento.
Se preguntó si el mundo sería así, demorando su voz en
pronunciarse, cuando el sonido se detiene y luego se proyecta dando saltos en
la voz muda y el sonido después…
Que paso con la rigidez de este mundo?
Será que las formas se detienen cuando las miro?
Será que la voz de los lobos al aullar solo son coros
pausados que no fluyen en mi recuerdo?
Decidió ver con más calma, lo que fluía a su alrededor
y entendió que la mejor forma de acelerar el tiempo era agitar con furia sus
pequeñas manos, para que así si él apurase el destino y el mundo giraría por
fin, como lo hacían en sus recuerdos…
Y aunque por instantes parecía que lo lograba, las
miradas de los demás se detenían a juzgarlo, asustándose por el impacto brutal
con que la ira de los demás, lo azoto por querer tener el mismo ritmo que la
vida lo pauso.
Contemplo con curiosidad el paisaje de su corazón y se
dio cuenta que él no era el del problema, sino que el mundo giraba más lento
que sus sueños proyectados en un canto sin voz…
Contemplo que el mundo estaba detenido al ver caer la
lluvia en un ritmo de pausas, pero que la lagrima que derramo se deslizaba
normal por sus mejillas…
Contemplo que los dibujos que hacia tenían la fluidez
de lo que la imaginación fluía en el, y que los colores no sufrían de pausas,
sino que llenaban el vacío de este mundo que andaba pausado sin ninguna razón…
Contemplo que sus juegos en muñecos y bloques no eran
afectados por la resiliencia del que padecía su alrededor…
Y Contemplo más, cuando el que se hacía llamar su
padre, lo lastimó por no sentir como el sentía el mundo de su acelerada forma
de ir y venir cuando sus pisadas de lobo no dejaban huellas después de caminar,
sino que lo hacían después que sus gritos se hacían escuchar …
Pero qué curioso es el canto de la incomprensión, se
contradice antes de si quiera entender su propio error…
Así entendió que el tiempo para él, estaba pausado y
que la forma de vivir es mejor sonreír y después abrazar, el pasado eterno que
ahora se volvía a ratos su presente en un mundo donde el futuro no era más, que
una imagen que se dibujaba lenta y acelerada en su magnitud.
Pero de tanto andar su corazón se llenó de dolor, y creyó
que solo era el destino que le tocaría vivir, aislado y sin poder comprender,
porque la gente no le entendía lo que su corazón ansiaba en silencio…
Solo el mundo de sus sueños parecía escapar de la letanía
de su realidad, porque en ella la vida fluía tan rápida que decidió vivir allí y
nunca regresar…
Hasta que una noche escucho el aullido de un lobo, que
imploraba su nombre.
Curioso por ver el eco de esa voz, asomo la mirada
hacia ese lugar…
Avanzo danzando sobre las gotas detenidas en el aire,
saltando de una en una, agarrándose de una nube y flotando sobre las hojas que
se movían pausadas.
Grito y se divertía sabiendo que segundos después su
voz se escuchaba.
Agito con fuerza sus brazos para dejar una estela de
viento que después de unos segundos se volvía ráfaga de brisa.
Y cayó en el suelo donde vio las pisadas de un lobo.
Pero no lo hallo, voltio de lado a lado.
Y pensó que solo era la alucinación de este mundo.
Hasta que detrás de él, un bramido de viento le soplo
en el cuello.
Vio al animal acercarse con la fluidez que su mente
imagino todo el tiempo.
Inclinándose ante él, le hizo una venia.
El viejo lobo le dijo.
Por fin te encontré, ahora entiendo que no estabas
perdido. Solo estabas detenido.
Y era necesario verte en pausas para contemplar que tu
mundo esta rígido, y que los demás no entendemos por qué pareces estar ausente.
Decidí ese mismo día.
Hablar en ecos y sumergirme en tu vibración.
Mirando la luna entendí, que la luz que viene de ella,
hace una pausa. Como observándote y en ese instante descubrí que esa pausa eras
tú.
La parte que faltaba en mi corazón.
Ahora montaras en mi lomo y te guiare sobre la sombra
que proyecta la incomprensión.
Entendiendo que las palabras para ti, siempre son
pequeñas líneas de tiempo que podemos juntar para hacer puentes, y crear
portales donde podamos ver el mundo sin leyes.
Desafiando las rígidas formas conque los demás forman
sus realidades…
El latido de tu corazón tenía ese ritmo que siempre me
gusto. Un eco y un silencio, el idioma donde los seres con corazón de ángeles,
contemplan la vida de la luna.
Convirtiendo cada instante en fragmentos eternos,
donde las palabras son el anclaje al que ahora nos sostenemos, para detener el
instante en perpetuos recuerdos, que podemos acelerar para que suenen rítmicos
y bellos, en nuestros silencios.
Como tú el único lobezno que no sabe aullar.
No porque no puedas, sino porque tu aullido va desde
el canto de tu anima directo a una luna que solo tú puedas contemplar…
Ahora sostente de esta pausa que juntos lo hemos
creado para avanzar, sin pasar por el tiempo, siendo libres en la malla que el
presente, pasado y futuro, no puede sostener.
En ese aullido que tu voz es la única que puede crear,
como un poema proscrito echo para ser entendido por los que tenemos el corazón en
fuego detenido de este mundo maravilloso de ser rígidos, con el caos de la
normalidad en nuestras cabezas…
Como nubes que se detienen y observan como rasgamos la
línea del tiempo…
Ecos y aullidos de la voz del lobezno que no sabía
aullar…
No vio cuando la luz de la luna ilumino su noche, ni
tampoco cuando el alba cayo de pronto, solo un silencio atrapado en un eco sin
voz…
No vio cuando la mano que lo sostenía, lo acaricio… ni
escucho su voz cuando le dijo con sutileza bienvenido a este mundo…
No vio el instante de la vida brillar, cuando la
fuerza de un corazón retumbo hasta hacerlo llorar, cuando la vibra del calor lo
abrazo para que se impusiera en él la esencia de su anima ungida en coros de canción…
No vio la alegría de las miradas, cuando voltearon a
verlo con las ganas de hacerlo vibrar para que sus luminarias se volvieran
fuego en la perpetuidad de sus instantes inocentes y inciertos…
Como nubes que se detienen y observan cómo se rasga la
línea del tiempo…
Ecos y aullidos de la voz del único lobezno que no sabía
aullar y aprendió a cantar…
X
W.M.
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